viernes, 16 de mayo de 2014

En Fuentesaúco de Fuentidueña

Fuentesaúco de Fuentidueña, como su propio nombre indica y perdón por la reiteración, está cerca de Fuentidueña y en ella hay saúcos. Esto que a simple vista puede parecer una perogrullada por mi parte, no lo es tanto si tenemos en cuenta lo bien que cuidan allí a los saúcos que dan nombre al lugar y si de paso nos sirve para recordar que Fuentidueña fue cabeza de la Comunidad de Villa y Tierra que lleva su nombre y que si vamos a Nueva York,  al MOMA, sección de compras, nos encontramos con el atrio de la iglesia sin que una entienda muy bien qué pinta ese atrio en el MOMA (el de Fuentidueña, no el de Fuentesaúco, para entendernos).

Pues resulta que en Fuentesaúco celebran a San Isidro y nos llamaron para interpretar un concierto dentro del ciclo "Romances y Juglares". Me encanta la expresión de satisfacción de la gente cuando les cantas romances tradicionales y, o bien se los saben y acompañan, o bien les encanta escuchar aquéllos que no conocen. El Romancero sigue vivo en el pueblo, el pueblo auténtico, el que todavía no vive aplastado por el neón y la cultura imperante. Nos aplaudieron a rabiar y nos pidieron varios "bises". De paso, un lugareño nos pidió el micro para recitar una poesía de Gabriel y Galán, "El vaquerillo".

Seguimos en la brecha. Es que con estas cosas me siento "en mi salsa", no lo puedo remediar.



Amparo García-Otero, Begoña Larrañaga y Jesús Parra.


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