En el borde del tejado yacía enganchada la antena de la televisión, amenazando caer sobre el patio, pero aguantó. Entretanto, la "tormenta perfecta" que nos habían anunciado jugaba peligrosamente con los tejados de Segovia. En la calle se veían cascotes provocados por algunas tejas desprendidas, pero, contra viento y marea, había que acudir a la entrega de los premios de poesía "Huerta de San Lorenzo". Había que verme, corriendo hacia el coche y protegiéndome la cabeza con la guitarra.
A la entrada del centro cultural estaba Gloria Herrero, la pianista con la que he trabajado en Segovia y provincia en muchísimas ocasiones y que se conoce "al dedillo" mis canciones. A la pobre le había casi rozado una teja voladora proviniente de la cubierta. Se veían varias desprendidas y aún desde el interior, cuando estábamos organizando un breve ensayo y probando el sonido, de vez en cuando se podía escuchar el golpe de una teja contra el suelo. ¿Acudiría público? Pues acudieron, sí señor.
Y es que la ocasión lo merecía. En una sociedad donde la poesía se ha convertido en un género absolutamente minoritario, el hecho de convocar un concurso en el que pueden participar niños, jóvenes y mayores en tres categorías diferentes, es digno de encomio. Así que allí estaban los representantes del Ayuntamiento, de la Junta de C. y León y de la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros de Segovia, apoyando el certamen. También una representante de "Diagonal", una librería colaboradora.
Es bueno que de vez en cuando las fuerzas vivas de una ciudad se movilicen para que la poesía no muera de aburrimiento por no ser leída, o de inanición por no ser alimentada. Sobre todo me pareció muy importante involucrar a la gente joven, incluso a los niños. Por cierto, los poemas infantiles fueron una verdadera delicia, como los que leyeron los adolescentes premiados y los de los mayores, tienen su mérito, escribir poesía con la que está cayendo, si bien es cierto que las musas eligen a sus "víctimas" y ya no las sueltan de por vida. Escribir poemas es una forma de "catarsis" irrenunciable.
Interpretamos canciones mías, varios poemas musicados y un pequeño homenaje a la tradición que tan maravillosamente sabe conjugar letras y músicas de una excelente calidad lírica.
Cuando terminamos, el vendaval había amainado. En un bar cercano, los organizadores habían encargado un vinito con picoteo para todos los asistentes. Una tarde para quedarse en casa, pero en estas "aventuras" lo pasamos mucho mejor. Como dice la copla: "Aire que me lleva el aire, aire que el aire me lleva..."
Próxima cita: 4 de marzo de 2010. Presentación de "Nadie es más que nadie" en Ávila, en el Salón de Actos de la Biblioteca Municipal, Pza. de la Catedral, 3, a las 19.30.
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